Los productores y empacadores no están obteniendo el máximo valor de la cosecha, porque los métodos convencionales de clasificación no pueden garantizar una clasificación/diferenciación exacta del producto. Esto se traduce en una depreciación de los alimentos, ya que los productos no pueden venderse a un precio superior si no se cumplen las garantías de calidad.
Los clientes más exigentes suelen ser también los compradores que mejor pagan. Si nos fijamos en los precursores del mercado de frutas y hortalizas, vemos que la mejora continua de la precisión de la clasificación se traduce en precios más altos. Además, la capacidad de diferenciar los productos aumenta los ingresos. Estos clasificadores encuentran un destino para cada criterio de calidad. No se limitan a vender sus productos de mejor calidad, sino que son capaces de vender todos sus productos.
Debido a los compromisos de cantidad, los requisitos de calidad y la imprecisión de las capacidades de clasificación, (muchos de) los productos acaban en el flujo de residuos, lo que se traduce en un desperdicio innecesario de alimentos y en una pérdida de ingresos. La causa más importante del desperdicio de alimentos y de la pérdida de ingresos es no poder eliminar los defectos de los lotes. Estos lotes serán (a veces) rechazados, porque se aprueban productos podridos, que deberían ser rechazados. Estos productos podridos infectan a otros productos (buenos) durante el almacenamiento y la exportación.
En segundo lugar, para garantizar la calidad, a veces se rechazan erróneamente productos buenos, que acaban en el flujo de residuos. Con la clasificación manual o si sus sistemas de calidad no son lo suficientemente precisos, los productos buenos se rechazan innecesariamente. Estos sistemas fijan sus límites deseados de forma que puedan cumplirse los requisitos del cliente. Al hacerlo, clasifican ciertos productos como residuos, mientras que estos productos pueden seguir vendiéndose y consumiéndose. Además, algunos productos no pueden aprobarse como producto completo, pero ciertas piezas pueden utilizarse para otros fines, como la industria de transformación.
En Ellips, vemos cada fruta y verdura. Vemos lo que la gente buena pone en ella y lo que espera de ella. Nuestra misión principal es garantizar que cada pieza de fruta o verdura acabe en el destino que le corresponde, extrayendo el máximo valor de cada cosecha, sin desperdiciar nada. Para ello utilizamos máquinas de clasificación innovadoras y sofisticados algoritmos que garantizan el máximo valor alimentario. En resumidas cuentas, es muy sencillo: hay que ser capaz de clasificar más productos en menos tiempo, con menos mano de obra y con mejor calidad y consistencia.
En una economía sostenible no hay lugar para los residuos. Junto con nuestros clientes, abordamos los residuos (alimentarios) en el origen de la cadena alimenticia y nos aseguramos de que cada fruta y verdura cuente. Además de reducir los residuos alimentarios, hay otras ventajas que pueden ofrecer las clasificadoras sostenibles.
Ellips contribuye a un proceso de clasificación más sostenible garantizando que la maquinaria tenga las siguientes propiedades:
✅ Reducir el desperdicio de alimentos: reducir el rechazo gracias a una tecnología de clasificación más sofisticada.
✅ Reducir el daño (mecánico) de los alimentos - debido a una máquina de manipulación suave.
✅ Reducir el desperdicio de energía - debido a una maquinaria bien diseñada para un menor consumo de electricidad.
✅ Reducir las piezas de repuesto en stock y el uso de piezas de repuesto - debido al poco o ningún desgaste de la máquina.
✅ Mantenimiento predecible - Al realizar un seguimiento del consumo de energía de nuestros componentes eléctricos, el sistema puede notificar al cliente cuándo es necesario realizar tareas de mantenimiento.