La tecnología para evaluar la calidad interna solo tiene sentido si el mercado la valora

enero, 19, 2018 - 2 minuten leestijd

«La demanda de métodos para evaluar la calidad interna de las frutas y hortalizas se ha disparado en los últimos años, aunque la tecnología se utiliza principalmente en cebollas y manzanas. Probablemente, esto se deba a que, en el caso de estos dos productos, la calidad interna permite verdaderamente hacer una distinción entre producto de primera y segunda categoría. De hecho, la presencia de partes dañadas, pondría comprometería el consumo. Además, no hay forma de llevar a cabo una clasificación manual en función de este tipo de defectos, pues son prácticamente irreconocibles desde el exterior».

Esto es lo que nos describe Alessandro Amadei, especialista de electrónica de Elisam, empresa italiana que, junto con la holandesa Ellips, ha desarrollado un dispositivo que emplea la mejor tecnología disponible para analizar la luz refractada a través de la fruta. Un haz de luz irradia cada producto permite determinar las características internas de este analizando la refracción. Este sistema revolucionario permite una reducción drástica de los problemas y los defectos en la clasificación. Entre los parámetros medidos figuran la pudrición, el nivel Brix, la materia seca, la acidez y la madurez».

Según Amadei, no existen características indetectables en lo que a la calidad intrínseca de los productos se refiere; con las diferentes herramientas y técnicas es posible recabar todo tipo de información. Los elementos reales que deben tenerse en cuenta para determinar si la calidad interna es apta para cierto fin son la precisión de la medición y el coste del sistema.

«A todo el mundo le interesa conocer las distintas características internas de todo tipo de frutas y hortalizas, entre ellas el nivel de azúcar, la acidez, la materia seca y la cantidad de agua. El verdadero problema es que la tecnología sigue siendo cara y son pocos los dispuestos a invertir el dinero necesario. No creo que haya problemas irresolubles, solo es una cuestión de invertir para perfeccionar cierta tecnología o adaptarla y aplicarla en otro campo distinto».

¿Está listo el mercado para este tipo de sistema de clasificación?
«Algunos segmentos sí, como el de las manzanas, las cebollas y los dátiles. Esto significa que el mercado está listo si la calidad interna supone una verdadera diferencia en el precio de las ventas y en la calidad final. El análisis de la calidad interna solo tiene sentido cuando el mercado la valora y recompensa el trabajo».

¿Cuáles son las principales demandas de los supermercados?
«Es fácil: precios bajos y calidad excelente. Este es el motivo por el que muchos almacenes se interesan por las nuevas tecnologías para mejorar la calidad y, al mismo tiempo, reducir los costes. Esto es precisamente lo que ofrecemos a nuestros clientes. No se trata de un gasto, sino de una inversión para mejorar los beneficios ofreciendo un producto terminado de calidad alta. En algunos casos, la inversión se recupera en menos de un año, lo que me parece excepcional».

«Esta tecnología permite descartar el producto no apto con una precisión superior al 95%. La clasificación manual tiene un grado de precisión del 60-65%. En mi opinión, esta es la prueba de lo que hemos conseguido».

«Utilizamos materiales y componentes de primera calidad para garantizar una fiabilidad máxima. Prestamos suma atención al detalle y a las necesidades del cliente, y también ofrecemos un servicio posventa de alta calidad. Además, siempre procuramos mejorar y desarrollar las tecnologías para ofrecer siempre el mejor sistema posible».

«Nunca hemos querido iniciar una guerra de precios, siempre tratamos de proporcionar la mejor tecnología a nuestros clientes. Por supuesto, esto significa que los costes pueden subir. En realidad, solo hablo de la inversión inicial, pues la calidad de nuestros sistemas pronto se amortiza en términos de fiabilidad, ausencia de costes adicionales y calidad resultante».

En cuanto a los diversos mercados globales, Amadei señala que el estadounidense siempre implica enormes volúmenes, miles y miles de toneladas. Esto significa que las inversiones se hacen con más facilidad, pues ahorrar dinero puede tener repercusiones por valor de millones de dólares. Otro elemento es que a los clientes estadounidenses no les preocupa demasiado el precio, pero esperan que el sistema esté a la altura de sus expectativas, no se lo piensan mucho a la hora de hacer devoluciones».


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